Otra vez a destiempo, repaso los libros de derecho que, pandemia mediante, pude leer en el ya ¿cercano? ¿lejano? 2022. Me ¿asusta? pensar que 2023 estuvo lejísimo en lo que hace a lecturas jurídicas. ¿O está bien que los abogados no leamos todo el tiempo derecho?

Aunque no lo crean, 2022 también lo fue. Recién en septiembre se puso fin a la obligatoriedad del uso del barbijo. No sé cómo, pero parece que me las arreglé para leer más libros de derecho que en 2020 y 2021. Sin embargo, no innové en la temática.
1. El juicio por jurados, obvio
Y sí, soy un obsesivo del tema, pues me gusta desde que me abrió la cabeza mi profesor de Derecho Procesal Penal en la facultad, Pedro Roldán Vázquez. El primer libro que leí fue el de Lisandra Panzoldo, El juicio por jurados en Brasil y en la Argentina. Estudio comparado. ¿Por qué recomendar un libro de derecho comparado que a veces nos parece tan aburrido? Porque se aprende un montón y se valora la ola juradista que tenemos en nuestro país. Al pasar hice un hilo en donde condensé las siete (enormes) diferencias entre ambos sistemas y luego lo repliqué por acá. Es un librazo, no tengo mucho más para decir. Si tienen dudas, vean la presentación que hizo Andrés Harfuch, acá.
Insólitamente, Juicio por jurados que dirigen Gabriel Bombini y Carlos Carnevale, que trata sobre el sistema en la provincia de Buenos Aires, no me dejó mucha tela para cortar, sino más bien poca. Quizás porque ya había leído al respecto mucho sobre el jurado bonaerense o porque en realidad no comparto que el juzgamiento luego del jurado estancado sea inconstitucional, como dice uno de los autores.
2. La jurisprudencia y la palabra cortesana
Cada vez más me convenzo de la importancia de los precedentes y de consolidar una doctrina de obligatoriedad en serio. Por eso me encantó leer La Corte Suprema y los Precedentes Obligatorios que escribió lo que en un hilo bauticé como un verdadero dream team de autores sobre el tema: Alberto F. Garay, Santiago Legarre, Carolina Ahumada, Florencia Ratti Mendaña y Juan S. Ylarri. No hay mucho más para agregar, lean el hilo o, mejor, lean el libro, uno de los más serios sobre el tema. Seguro que van a aprender mucho.
¿Cuántas veces podemos leer a un juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación hablar sobre el órgano que integra? La palabra de la Corte Suprema, de Horacio Rosatti es una de esas oportunidades. La excusa es su tesis de doctorado en Historia, que se centra, con números, en analizar el lenguaje, las palabras del altísimo tribunal entre 1973 y 2002. Yo preferiría que los jueces se dedicasen a hacer fallos del tribunal que integran (más si es la corte suprema) pero bueno, mientras tanto, hay que aprovechar para aprender de semejante viaje en el tiempo que nos invita a hacer Rosatti, que, con este, suma su segundo doctorado (pretende un tercero, en filosofía).
3. La ejecución penal y el plazo razonable
Aunque desde mediados de 2021 que no subrogo el área de ejecución penal, obviamente me quedó el bichito dando vueltas. Así, por ejemplo, al pasar por un puesto callejero de venta de libros usados, me topé con El visitador del preso de Concepción Arenal. No pude no comprarlo y leerlo de un tirón. Lo insólito y a la vez triste, por cierto, es que mucho de lo que dice Arenal sobre la realidad carcelaria del siglo XIX, continúa vigente en pleno siglo XXI.
Nuevo derecho de ejecución penal. Tomo 1 que dirigieron Rubén Alderete Lobo y Pablo Andrés Vacani es una publicación que compila muchísimos temas de una rama del derecho que pienso está subvalorada, subexplorada y subexplotada. No tengo miedo a afirmar que quien litigue podrá encontrar en este libro una maravillosa ayuda en su quehacer diario. Y si cree que lo lleva bien, le servirá para repensar temas conocidos o conocer puntos de vista sobre las distintas estrategias para confrontar grandes problemas, como, por ejemplo, lidiar con la pena de prisión perpetua que realmente es perpetua. ¿La frutilla del postre? Incluyó el comentario a un caso en el que me vi involucrado (por suerte) para bien.
El plazo razonable, los plazos, los tiempos judiciales, la mora judicial, la duración exasperante de los litigios, siempre me atrajo. Por eso me encantó leer Una mirada federal sobre el plazo razonable que compiló Leticia Lorenzo. La verdad, un gran trabajo, que tiene como excusa el caso Price o Price-Méndez, como desarrollé en un hilo que también intenta comentar el libro. Si quiere levantar la cabeza sobre su realidad y conocer la de sus vecinos, además de aprender sobre qué hay detrás de esa garantía con la que todos se llenan la boca y luego incumplen, no hay duda que debe leerlo.
4. La práctica profesional
De vez en cuando uno lee sobre lo que hace en el día a día, en la práctica. Como defensor mucho de mi trabajo se relaciona con cuestiones básicas para mis clientes: que el padre le pase los alimentos a los hijos, poner fin a la relación con un divorcio o una protección en casos de violencia familiar. Derecho de las familias. Temas de fondo y forma. La incidencia de la interdisciplina que dirigió Mariana Josefina Rey Galindo, es un libro que no deja tema sin tocar por distintos autores, sobre ese campo cada vez más extenso y complejo que es todo lo familiar. Como habitual litigante del juzgado que tiene a cargo Rey Galindo, puedo dar fe que pone lo mejor de sí en esta obra, como lo hace en su trabajo, aunque a veces estemos en veredas opuestas.
En tiempos de reformas procesales, me tenté con leer Proceso civil. Un modelo adversarial y colaborativo de Marco Fandiño, Leonel González Postigo y Matías Sucunza. A pesar de ser un libro anchísimo, me sentí engañado porque gran parte es un anteproyecto de código general de proceso que trae para la provincia de Chubut. Sin embargo, las líneas generales que lo preceden me abrieron la cabeza a que otros caminos procesales son posibles de recorrer. Quizás por eso fui tan crítico con la reforma procesal tucumana que ¿renovó? el Código Procesal Civil y Comercial de forma contemporánea a mi lectura.
Mucho de las prácticas que tenemos día a día no son propiamente del área jurídica. Y, insólitamente, pueden nutrirse de otras áreas del conocimiento. Por eso, cuando Federico Colombres (h) me recomendó Kanban para abogados de Rafael Morales anoté su consejo. Luego lo seguí y leí el libro. Para quienes tenemos en claro que hacemos muchos procesos en la oficina y que queremos mejorarlos, controlarlos, ayudar a quienes lo necesitan, sirve, aunque incluso luego de implementarlo, lo dejemos de lado. Sirvió la experiencia. Me sirvió a mí y a mi oficina. ¿Qué es Kanban? Pues un método japonés muy sencillo para visualizar de forma gráfica e impactante, el estado de un proceso. Si usted hace muchos y necesita organizarlos, seguro que le va a servir.
Cuelo acá The Wrong Stuff de Alex Kozinski que, aunque no es un libro, sino la transcripción de una conferencia, fue un hallazgo que mezcla el humor y las malas experiencias para mejorar una práctica que me encanta: hacer recursos. También fue el puntapié para dar esta charla, que luego devino en versión generalista en modo de artículo, luego en versión penalista también como artículo y finalmente condensé todo en hilo y entrada.
5. El control de convencionalidad
Este siempre es un temazo y me leí dos libros en el mismo año. De no creer. Si usted quiere repasar el tema, porque nunca lo tuvo bien en claro, paso a paso y con detalle, Control de convencionalidad, que dirige Pablo R. Toledo es su libro. Los autores desgranan poco a poco la telaraña de la institución, pero de forma descriptiva, sin tomar partido (o al menos, yo no me di cuenta).
Ahora, si usted quiere sangre, lea Un análisis de la doctrina del control de convencionalidad. Doctrina y práctica que dirigió Ignacio Colombo Murúa. Sin duda, a mí me sirvió como lectura complementaria del anterior. Hice un hilo, pero si todavía dudan, vean la presentación aquí. Me sirvió para repensar ciertos aspectos, ver otra cara de la moneda del control, pues, como decía mi mamá, no todo es color de rosa. Nunca lo es.
6. Lo que no es derecho, pero sí es
Hay ciertos libros que no son de derecho, pero lo terminan siendo. O sea, no son el típico bodoque con título aburrido y lleno de capítulos, subtítulos y parágrafos, plagados de citas y lenguaje embrollado, si no es críptico muchas veces. Sin embargo, eso, aunque no lo parezca, también es derecho.
Comunicación judicial. El poder judicial como actor en el espacio público de Kevin Lehmann es un libro que toca un tema que siempre es ninguneado por los operadores judiciales, como la comunicación. Si bien viene avanzando a pasos agigantados, le falta mucho. Lehmann, cuya obra ya fue objeto del hilo y entrada merecidos, es un pionero del área. Tanto como profesor como autor, doy fe, nos hace pensar, nos lleva contra las cuerdas, nos incomoda. Y eso, hoy, no es poco, sino que se agradece.
¿Por qué un abogado debería leer Brevísimo curso de derecho para no abogados. La Constitución explicada para entender nuestra vida en común de Gustavo Arballo? Primero, porque lo escribe Arballo, pionero como divulgador jurídico en su blog. Segundo, porque repasar temas que consideramos re contra sabidos, en modo de divulgación, nos puede dar sorpresas: todavía podemos aprender de cosas que creemos aprendidas. Tercero, porque está bien escrito, se lee de un tirón y se disfruta. ¿Pensó de cuántos libros de derecho puede afirmar eso?
Py es una novela (una más) de Mariano Silvestroni. No soy el más adecuado para reseñar su libro, porque el subjetivismo me pierde. Me encanta toda su obra, desde su primera novela, El abogado del presidente, donde desarrolla todo alrededor de la implementación del juicio por jurados en Argentina. Se hizo merecedor a un hilo estival con entrada lógica incluida. En fin, aunque no crea, una novela jurídica es interesante para leer. Y si es de Silvestroni sobre el más desprestigiado y famoso fuero judicial, lo es más.
Tampoco soy objetivo al poner en esta lista Un profesor suelto en China de Santiago Legarre (sí, un integrante del dream team de los precedentes). Primero, porque es un amigo. Segundo, porque llegué a presentárselo acá y a reseñárselo aquí. De cualquier forma, si le gustan los viajes, las anécdotas insólitas y las diferencias culturales, este es su libro.
Recibir la recomendación de lectura de libros ha sido siempre un regalo para mí y, por eso, vaya el agradecimiento por esta entrada.
Para ser recíproco, manteniéndome dentro de la temática propuesta, considero de enorme provecho la lectura de un libro de Daniel Pastor, sobre un tema apasionante; su título: El plazo razonable en el proceso del Estado de Derecho.
Y, siendo osado, me salgo de los temas y agrego dos recomendaciones en el ámbito de aspectos poco andados acerca de la función judicial: uno, Richard Posner y su clásico Cómo deciden los jueces, y el otro, Cómo piensan los jueces que piensan, del argentino Daniel Herrendorf.
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¡Gracias! ¡Anotados todos!
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