Consejo(s) en contexto

Con un vistoso video en redes sociales, el Consejo Asesor de la Magistratura de Tucumán (CAM) compartió un reporte de productividad del primer semestre de este año. Acá se busca aportar un poco de contexto a la actividad del órgano.

En el informe podemos leer un montón de datos, uno tras otro: 78 concursos en total, 11 nuevos llamados, 748 inscripciones en línea, 31 concursos con antecedentes valorados, 221 resoluciones, 137 acuerdos, 10 jornadas de pruebas de oposición, 490 casos de exámenes desarrollados por los postulantes, 12 exámenes programados para el resto del año, 18 concursos con ternas remitidas al PE, 142 entrevistas personales realizadas y 3 concursos por mes finalizados en promedio.

1. El contexto

En un principio, uno lee tantos números y se siente apabullado. Aparentemente son extraordinarios. Sin embargo, es importante verlos en contexto. Como bien se dice, “no todo lo que reluce es oro”.

¿A qué se dedica el CAM? Si uno está a su propia página web, es justo decir que su competencia “radica en la selección de los/as candidatos/as a magistrados/as de primera y segunda instancia e integrantes de los ministerios públicos más capacitados”. ¿Y cómo lo hace? Pues “mediante un proceso de concurso público que consiste en examen escrito de oposición, evaluación de antecedentes y entrevistas ante el Consejo”.

Por supuesto, el proceso de selección busca la excelencia (el propio órgano admite que su creación “surge como respuesta al deseo de la comunidad tucumana de contar con una justicia de excelencia”) pero, al mismo tiempo, uno supone que debe ir de la mano de la celeridad y el buen uso de los recursos (nótese que ni siquiera se exige eficiencia).

Para que se entienda: se busca seleccionar a los mejores, pero no sirve de nada llegar a esa selección luego de diez años de proceso y de gastar millones de pesos del presupuesto. ¿Se puede simplificar esto? Por supuesto, sería algo así como: ¿Cuánto nos cuesta seleccionar nuestros jueces? En donde “costos” serían entendidos en términos de tiempo y dinero.

2. La eficiencia

¿Esto le parece ciencia ficción? Pues ya en 2016, Fernando Ganami, en un artículo extensamente titulado El diseño constitucional de los Consejos de la Magistratura en la República Argentina: Hacia la determinación de indicadores de evaluación del impacto funcional de los Consejos de la Magistratura. La necesidad de ajuste y revisión del diseño constitucional en clave de legitimidad de rendimientos, planteaba estos temas. Puede leerse en este libro.

Ganami sí habla (o escribe) de eficiencia. Es más, analiza la legitimidad de la eficiencia de los Consejos de la Magistratura, de acuerdo a una matriz construida especialmente al efecto. De esta forma aplica la noción de eficiencia del uso de los recursos al trabajo administrativo de estos organismos: mide cuán eficientemente se hace el procedimiento de la sustanciación de los concursos. ¿Cómo le fue al CAM en ese estudio de hace años? Muy bien pues destaca tanto en la duración promedio (una media promedio de 2,10 meses) como en el bajo costo de los concursos.

3. Datos a partir de información pública

Si hay algo que caracteriza al CAM es su acceso a la información pública en su web. Allí no solo informa los concursos finalizados desde que la institución empezó (219 ternas desde 2009) sino también los concursos que están en trámite. Con la información actualizada al 11/08/23, uno puede tirar los datos en una planilla de Excel y empezar a formar otros datos, como, por ejemplo, cuánto dura un concurso. Incluso luego pueden compararse entre sí.

Aclaraciones

A los fines de la construcción de los datos, tomé como punto de inicio del concurso, la fecha del acuerdo de convocatoria en cada caso. Como fin, elegí la fecha del acuerdo que remite la terna al Poder Ejecutivo provincial.

El universo de los concursos finalizados fueron los primeros 30 que figuraban en la web del CAM hasta el 14/08/23. En cuanto a los que estaban en trámite, constituían 77 en la misma fecha, que se toma como extremo para medir su duración.

Concursos finalizados: promedio, mediana y moda

Aunque no lo crea, el promedio de duración de un concurso es de 2,11 años. La mediana (el número en el medio de los extremos del conjunto) es de 2,23 y la moda (el número que más aparece en la serie) es de 2,34 años.

Pero si uno afina el lápiz, como se dice, puede observar que dos tercios de los concursos terminaron por encima de los 2,11 años. ¿El concurso que más duró? El 226 para Juez en lo Contencioso Administrativo, que insumió 2,51 años. ¿El más rápido? El 246 para Juez del Colegio de Jueces Penales, tan solo 1,49 años.

Concursos en trámite: ¿hasta cuándo?

En este ámbito, promedio, mediana y moda dan todos 1,85 años. Pero, nuevamente, hay que separar la paja del trigo y analizar más en detalle todo.

Lo primero que sorprende es que casi un 42% de los concursos que no han finalizado (o sea, 32 procesos de selección) ya superan ampliamente promedio, mediana y moda de los concursos finalizados. En criollo, ya demoraron más que los finalizados, cualquiera sea el punto de referencia que se tome y (lo más preocupante) es que demorarán todavía más. Por supuesto, habrá que ver las causas, lo que implica un análisis mucho más profundo y fino (por ejemplo, los concursos 233 y 234 para jueces contravencionales se encuentran paralizados por una medida cautelar desde el 26/10/22).

Vamos a saciar curiosidades. ¿Cuál es el concurso más demorado? He aquí la sorpresa, pues no es ninguno de los suspendidos cautelarmente, sino el 222 para cubrir el cargo de Defensor de Niñez, Adolescencia y Capacidad Restringida del Centro Judicial Monteros. Lleva 3,81 años abierto.

Si separamos a los concursos para jueces contravencionales que están paralizados judicialmente, hay todo un pelotón de concursos (238, 239, 240 y 241) para cubrir las vacantes de los nuevos juzgados civiles y penales especializados en violencia contra la mujer. Si uno lo piensa, no deja de ser irónico en una provincia donde está vigente por ley la emergencia en la temática. Todos llevan 3,04 años abiertos.

Completan el podio una serie de concursos que llevan no menos de 2,70 años en trámite, para cubrir cuatro cargos de defensores y uno de fiscal.

4. Preguntas en el horizonte

Como dije al principio, no todo lo que reluce es oro. Estos datos no son más que los propios que el CAM comparte en su propia web y seguro pueden seguir profundizándose. Por ahora, solo queda hacer preguntas en esa dirección. Las dejo como cierre.

¿Por qué hay concursos con más de 3 años de trámite? ¿Por qué el 42% de los concursos en trámite ya superó el promedio de duración de los finalizados? ¿Dónde está la demora? ¿En los jurados? ¿En la valoración de antecedentes? ¿Acaso no hay fechas de exámenes disponibles? ¿Hace falta más personal que asista administrativamente a los consejeros? ¿El número de concursantes en cada proceso es algo que influya? ¿Son suficientes las sesiones semanales que más o menos realiza el órgano? ¿Es adecuado que un proceso de selección del órgano demore los números que se barajan? ¿Tiene el órgano como objetivo disminuir estos números? ¿Por qué habría de tenerlo como objetivo si lo que debe primar es la excelencia? ¿Entonces la celeridad y la eficiencia se deja de lado? ¿Por qué? ¿El avance de los concursos tiene relación con la convocatoria cronológica? ¿O acaso el órgano prioriza algún concurso sobre otro? ¿Bajo qué criterios o parámetros? Como ve, muchas preguntas en el horizonte.

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