Los mandamientos de los jueces

¿Cómo? ¿Hay mandamientos que deben cumplir los jueces? No lo sé, pero estaría bueno que estos que comparto aquí, sí los cumplan. Tengo la leve impresión que tendríamos una mejor justicia si eso se hiciese realidad.

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Creo que en LinkedIn o en Pinterest encontré esta foto, gracias a mis sabios contactos o a algún oscuro algoritmo. No importa, me interesó y la guardé. Me dejó pensando sobre la vieja comparación que hacía Pelayo Ariel Labrada entre los jueces y los gerentes. Encima justo hace poco vi un debate sobre lo que es el liderazgo, motivado por el ejemplo de Lionel Scaloni y la selección.

Más allá de que en la actualidad con la irrupción de las oficinas de gestión asociadas ha habido un cambio en la dinámica laboral del Poder Judicial, creo que estos mandamientos siguen vigentes. ¿Para quiénes? Para todos aquellos jueces que quieran no solo “marcar tarjeta”, sino genuinamente liderar en su trabajo para, como dice el preámbulo, “afianzar la justicia”.

¿Vamos al texto?

Por supuesto, aclaro que la explicación de cada uno de los mandamientos del líder-gerente, en una búsqueda clara de adaptarlos para los jueces, es de mi entera responsabilidad (o irresponsabilidad, según se vea). Aclaro que mucho de esto es aplicable a todos los líderes judiciales, sean funcionarios o magistrados. Y sí, sean Duck Dodgers, Pato Lucas, Bugs Bunny o Johnny Deeps.

1. Da ejemplo sin cesar. Un ex presidente argentino (me enteré hace poco), decía que «Se educa de tres maneras: con el ejemplo, con el ejemplo y con el ejemplo». Y la verdad es que, más allá de las preferencias partidarias o ideológicas que uno pueda llegar a tener, la frase explica este mandamiento mejor de lo que puedo hacer yo. Además, si es aplicable a los políticos, ¿cómo no va a ser aplicables a los jueces? ¿No es que son también son políticos solo que no lo saben? Como decía Petracchi, a lo sumo les pasa como al cangrejo, que es crustáceo pero no lo sabe.

El ejemplo es un arma formidable que tienen los jueces. Y parte desde lo más básico, como el llegar a horario. No solo al horario de trabajo (que sí tienen, como vimos acá) sino a las audiencias, que muchas veces se parecen cada vez más a esas reuniones espantosas sin sentido en donde sus señorías llegan a la hora que se les canta (y en general no coincide con la hora pautada).

La dedicación y la exigencia es algo que no solo se pide, sino que se muestra. Es difícil que un juez exija a quienes trabajan con él ambas, si él no las tiene. Bah, exigirlas puede hacerlo, pero tiendo a pensar que no tendrá mucho eco.

2. Informa todo lo que puedas y debas. ¿Cómo que informar? Sí. Aunque en tribunales reine una cultura oscurantista insólita (todavía al día de hoy me sorprendo por historias que me cuentan sobre distintas anécdotas en unidades judiciales), debe hacerse lo contrario. ¿Cuánto? A ver, tampoco es que están al frente de un país, en donde un ex presidente brasileño dijo que “Gobernar es explicar, explicar, explicar”. Pero lo que debe evitarse como la peste son las grandes leyes que rigen en tribunales, en especial el “siempre se hizo así”.

3. Mantén dinámicos a todos. No, la idea de este mandamiento no es andar de todos empujándolos a hacer tareas cada día. Tampoco controlándolos hasta en el más pequeño detalle. Para eso están los jefes que hacen micromanagement. Tal vez la mejor forma de llevar a cabo este mandamiento es incluir a todos en los procesos a cargo de los jueces.

4. Delega, delega y delega. Esta es una de las máximas preferidas de Pelayo Ariel Labrada. Sin embargo, la delegación no es para todos los casos y en todas las circunstancias. Saber delegar no es una habilidad en la que los jueces se destaquen por ser jueces. Debe ser aprendida. No solo la materia a delegar, sino las instrucciones, los plazos, el control, etc. exigen distintas habilidades que deben desarrollarse.

Por supuesto, hay ciertas cuestiones que no pueden delegarse, merced a la famosa inmediación que rige en varios fueros. Pero también hay casos en que la delegación se autoriza incluso en esos casos. En esa delegación a la carta, los jueces deben ser muy cuidadosos para elegir qué delegar. Ojo, no se asuste, la idea tampoco es caer en la no delegación, una característica del Síndrome de Cronos judicial.

5. Escucha, escucha y escucha. ¿Cómo que escucha? Los jueces están acostumbrados a que los escuchen. Aunque no lo crean, si mejoran su capacidad de escucha, mejorarán sus relaciones laborales, descubrirán iniciativas e ideas de quienes comparten su trabajo, empatizarán mejor con los ciudadanos que buscan justicia e, incluso, aumentarán sus acuerdos conciliatorios. ¿Es tan importante la escucha? ¿En serio? Sí, los grandes líderes son grandes “escuchadores” y no precisamente de sí mismos, sino de los otros.

6. Gánate la confianza de los demás. Esto si bien es un mandamiento, lo veo más como la consecuencia del cumplimiento de los otros. ¿Por qué? Porque si el juez da el ejemplo, gana confianza. Porque si informa todo lo que puede y debe, gana confianza. Porque si delega correctamente, gana confianza. Porque si reconoce los logros de los demás con lo que delegó, gana confianza. Porque si toma decisiones correctas, gana confianza (al fin y al cabo, todos somos un poco bilardistas, je). Y si encima cuando hace todo eso es educado y cortés, ¿cómo no confiar en él?

7. Reconoce los logros. Gran mandamiento este. La idea es evitar ser Duck Dodgers que no solo se apropia de la idea del pobre Porky, sino que luego le niega el crédito. O peor, no reconocer el trabajo bien hecho, no dar un feedback positivo nunca, ignorar que las personas que trabajan a nuestro alrededor hacen bien las cosas. ¿Por qué no reconocerlo? Si no lo hace, le advierto que va camino a enfermarse del Síndrome de Cronos judicial.

8. Toma decisiones correctas. Como dije, al fin y al cabo, todos somos un poco bilardistas en el fondo. Nos gustaría ganar jugando bien, pero más nos gusta ganar. Como líder, el juez debe tomar decisiones correctas. Es una forma de ganar confianza de parte de quienes lo rodean. Quizás una de las formas más importantes. Pero ojo, tampoco hay que sobregirarse y no querer dar el brazo a torcer cuando es evidente que se ha cometido un error. En ese caso, lo más prudente es reconocerlo y, como el capitán de una nave, enderezar el rumbo. Quizás todavía se esté a tiempo.

9. Sé educado y cortés. Mi madre siempre me repetía “Lo cortés no quita lo valiente”. Supongo que tampoco lo educado quita lo valiente. Con una actualidad donde la “autenticidad” y la “sinceridad” son escudos para defenderse de las viles acusaciones sobre las críticas a las formas, este mandamiento puede parecer old style. “No me importa que el juez sea educado y cortés, quiero que haga bien su trabajo” me pueden llegar a decir. Quiero creer que si un juez no puede ser educado y cortés mientras hace su trabajo, difícilmente lo hará bien.

10. Capacítate y entrénate diariamente. ¿Cómo? ¿Yo estudiar? ¿Yo capacitarme? Muchos jueces creen que, al llegar a ser jueces, su capacitación se termina ahí, como recordé por acá. Lamento informarles: están equivocados. Y no es que descubrí la pólvora. Así como Couture en sus célebres mandamientos del abogado decía que un abogado que no estudia será cada día menos abogado, lo mismo vale para los jueces. Un juez que no estudia y que no se capacita será menos juez cada día. Y si nunca le gustó Couture pero se sumó a la ola de moda “ética judicial”, al menos cumpla (o intente cumplir) con el principio de conocimiento y capacitación del famoso Código Iberoamericano de Ética Judicial.

¿Conclusión?

¿Son duros los mandamientos? ¿Le parecen difíciles? Por supuesto. Ser juez no es fácil. O al menos, ser un juez razonablemente bueno. Ahora, si quiere “marcar tarjeta” para irse a jugar al golf (o al deporte o hobby que prefiera, hay un poco de prejuicio contra el pobre golf), lo único que tiene que hacer es no darles bolilla a estos mandamientos y abrazarse a la mediocridad a la que nos tira el Poder Judicial.

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