Victoria pírrica

Eso describe perfectamente la situación cuando ganamos un caso en tribunales, pero no lo ganamos en la realidad, como este que recuerdo acá.

Cortesía de ChatGPT

Cuando en una capacitación escuché que había casos de regímenes comunicacionales que se complicaban, me extrañó. En mi limitada experiencia no me había pasado tener alguno con complicaciones. Sin embargo, para todo hay una primera vez. Recuerdo que entre papá y mamá había muchísimo conflicto: un montón de juicios abiertos, que alimentos, que régimen comunicacional, que protección de persona y hasta ejercicio de la responsabilidad parental…

Por supuesto, en el medio de esa batalla campal, suele suceder que pagan el pago los otros: no solo los niños, sino también los parientes, más precisamente los abuelos en este caso. Estos, que nada tenían que ver con el lío de los padres, no podían ver efectivamente a su nieta.

Obvio, inicié el régimen comunicacional y, luego de mucho remar, zas, el juez de primera instancia rechazó la demanda. Por supuesto, hizo una hermosa introducción sobre los derechos del niño, de los abuelos y la mar en coche, para finalizar con un rechazo tremendo.

Llevé el caso a la cámara con cita a “Fornerón” incluida y quejándome de los tiempos en procesos como este. La cámara, con disidencia (aunque solo de forma, no de fondo), revocó la sentencia y bajó el mensaje al juez en su propia resolución: “solo rechaza la demanda, pero no ofrece soluciones”.

Sin embargo, el tiempo me haría ver que solo obtuve una victoria pírrica. Luego de mucho litigar, cuando el caso bajó a primera instancia para empezar la vinculación entre nieta y abuelo, este me dijo que no iba a continuar con el proceso. ¿Por qué? Porque le había hecho mucho daño a su salud y quería esperar a que su hijo fuese el que retomara el vínculo con su nieta en primer lugar. Y sí, a veces los casos los ganamos ante los estrados judiciales, pero la realidad nos hace ver que los perdemos más allá de los papeles.

¿Algún comentario?