¿Es posible que los líderes judiciales aprendan lecciones de un dibujo animado hecho hace setenta años? ¿En serio se puede aprender algo de la versión de superhéroe del Pato Lucas? Aunque no lo crean, la entrada trata de eso.

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Mi hijo mayor, que apenas tiene diez años, está fascinado con los Looney Tunes. No solo por los dibujos animados que le hacen sacar carcajadas, sino también por el juego onda batalla entre personajes al que juega en su tablet. Tiene dieciocho o diecinueve “colecciones” (quizás ahora esté terminado la veinte) de dibujos de personajes distintos: Bugs Bunny, el Pato Lucas, Tweety o Piolín, Porky, el Gallo Claudio, etc. en cuanta versión se le ocurra. Con mi esposa nos reímos por el hecho de que se haya enamorado de dibujos animados que tranquilamente puede haber visto mi papá cuando era chico y que obviamente disfruté yo también.
La última adquisición que mi hijo hizo fueron unos libros gigantes dedicados cada uno a un personaje distinto de los Looney Tunes. Obviamente, terminé leyendo con él el del Pato Lucas. Ahí descubrí a Duck Dodgers, que es una versión del Pato Lucas hecha, de algún modo, superhéroe en el siglo 24 y ½. Porky es su fiel ladero como cadete espacial. Y el villano es el marciano Marvin, ídolo de mi hijo.
En fin, obviamente terminé viendo el corto en el que por primera vez aparecen todos estos personajes, Duck Dodgers in the 24½th Century (1953). Lo disfruté y me reí un montón. Casi que había olvidado lo gracioso que pueden ser los dibujos animados.
Lo insólito que me pasó es que pude, tal vez por deformación profesional, identificar comportamientos de Duck Dodgers que tranquilamente podrían ser de cualquier líder formal en ámbitos judiciales. Por supuesto, conductas que son claramente perjudiciales, dignas de evitar, no de imitar. Las cuento a continuación, pero obviamente, vea primero el corto (acá).
1. Divagar y que los otros nos pongan los pies sobre la tierra
¿Cuántos líderes judiciales divagamos sobre cosas que ni siquiera entendemos? Así se hacen grandes planes sin tener ni la más idea de cómo llevarlos a cabo. O peor, se implementan cambios en la forma de trabajo sin tener noción de lo que significa ese trabajo. Y ni qué decir del estilo oscuro, espantoso, casi expulsivo que tenemos en el foro. En esa situación, muchas veces quienes nos traen a tierra son aquellos que trabajan con nosotros, quienes muchas veces han tenido la claridad que nosotros no tenemos para entendernos a nosotros mismos.
Sí, tal como lo hace Porky luego de la inentendible e intrincada explicación de Duck Dodgers sobre el curso de la ruta a seguir en la búsqueda que emprendieron con la nave espacial. Eso sí, he aquí un comportamiento a imitar del pato, que es el darle la palabra y escuchar a aquel que dice haber entendido lo que quisimos decir. Eso sí, no sirve de nada si va acompañado de la conducta del siguiente título.
2. Apropiarse de las ideas de otros y (obvio) negar el crédito
Este es un clásico de cualquier organización y no solo de los judiciales. ¿Cuántos jefes se apropian del trabajo de sus subordinados? Ni hablar de la delegación (tema trillado acá y acá) en donde mucho del trabajo de otras personas es apropiado. Y encima, una cosa es apropiarse, pero reconocer el origen, el crédito, de la otra persona. Otra muy distinta es el invisibilizar el aporte esencial que tuvieron quienes trabajan con nosotros. Eso sí, la peor de todas es denigrar y descartar la idea del subordinado, para, acto seguido, abrazarla como si fuera a cambiar el mundo, autofelicitándonos por la ocurrencia.
¿Le suena? Cuando hacemos eso nos parecemos a Duck Doggers, que empaña su buena conducta (escuchar a Porky) cuando se apropia de la lógica y razonable idea del fiel cadete espacial sobre el camino a seguir de planeta en planeta según el alfabeto con su nave.
3. Ser salvado y no reconocerlo
Ningún juez, fiscal, defensor o funcionario está exento de cometer errores. Aunque muchos se crean que no lo son, en el fondo, son seres humanos, vulnerables, como todos. La vulnerabilidad, aunque no se crea, es una forma de crear legitimidad. Sobre el tema, no solo es bueno leer a Kevin Lehman en su libro (acá) sino también escuchar a René Brown en su charla TED (acá).
Dichosamente, ninguno trabaja en soledad, sino rodeados de gente que muchas veces, nos salva. Sí, tal como Porky en su versión cadete espacial lo hace con Duck Doggers a quien trae de vuelta en una pieza luego de que Marvin lo desintegre. Por supuesto, el héroe, creído, no le dice ni gracias. ¿Agradecemos cada vez que nuestro equipo nos salva de nuestros errores? ¿O lo ignoramos porque es su deber hacerlo?
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En fin, los que tenemos responsabilidades en el ámbito forense podemos aprender de Duck Doggers mucho. O al menos intentarlo, aunque en síntesis sea valorar a las personas que nos rodean. Muchas veces son ellos los que cortan nuestros divagues y nos hacen poner los pies sobre la tierra. Pero ojo, no debemos quedar solo en escucharlos. Debemos reconocerles el mérito, el crédito, cuando tienen ideas que luego ponemos en práctica. Es lo menos que podríamos hacer. Al igual que cuando nos salvan de situaciones complicadas en nuestro trabajo, el gracias es ineludible. Ya sabe, si quiere que las cosas cambien, piense en Duck Dodgers y en el cadete espacial Porky. Ríase de solo recordar el maravilloso corto. Y actúe en consecuencia.
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