Una mezcla que se compone de una naranja, una mamá y la mediación, sazonado de un ardoroso debate parlamentario volcado en concienzudas versiones taquigráficas (sí, todavía existen en el medio de este mundo multimedial), tras un feroz lobby de intereses profesionales.

Mi papá era ingeniero, pero, además, siempre creyó en alguna forma de participación en las instituciones de su tiempo. Tuvo su etapa de gremialista en APUAYE (el sindicato de los profesionales de la extinta empresa estatal Agua y Energía) y participó en distintos cargos del COPIT (Consejo Profesional de la Ingeniería de Tucumán).
En una época muy activa en este último, me tocó ser testigo de cómo el consejo, junto a otras entidades profesionales tucumanas, defendieron la posibilidad de incorporar a profesionales ajenos a la abogacía, para que pudieran actuar como mediadores.
Era 2006 y por aquel entonces, estaba en primer año de la Facultad de Derecho y si bien me llamó la atención un poco el debate, no le presté toda la atención que quizás se merecía. Tampoco a mi papá, que intentó explicarme que lo que querían era permitir que los mediadores fueran mediadores, sin importar su profesión. De esta forma, podían mediar abogados, contadores, ingenieros, etc. Los abogados, por su parte, lógicamente defendían la exclusividad de su desempeño.
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Pasó el tiempo y acomodando papeles, descubrí que mi papá había guardado la versión taquigráfica de la sesión legislativa en la cual se debatió la norma (01/11/06, para los curiosos). Providencialmente, estaba estudiando una de las últimas materias de la carrera de abogacía, llamada “Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos”, donde la mediación era uno de los temas principales.
No sé si leyeron alguna vez una sesión legislativa. Debo reconocer que a mí no me disgusta, sino todo lo contrario. Uno viaja en el tiempo y se encuentra situado en el recinto. Sí, hay discursos malos y que no dicen nada, pero también hay intercambios interesantes, que muchas veces nos sacan una sonrisa. De una de esas ocasiones tratan estas líneas.
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El legislador Rojas empezó su discurso diciendo que iba a poner un ejemplo destinado a las personas que todavía no entienden qué es la mediación. Pido disculpas, pero la cita extensa, ya verán, se justifica.
Resulta que hay una mamá que tiene dos hijos, los dos hijos se disputan una naranja, y la mamá se pude poner de dos formas: o se pone como juez, o se pone como mediador. Si se pone como juez, señor Presidente, la mamá va a indagar a sus hijos por separado, los va a escuchar, va a examinar las pruebas que presenten sus hijos, en definitiva, va a fallar de acuerdo a su sana crítica, podrá decirle al hijo: “Tomá la naranja” y al otro le quita la naranja, hay un ganador y un perdedor; o podrá aplicar la teoría de la equidad cuando no están en claro los hechos o las pruebas, entonces podrá decir: “Parto la naranja, la mitad para Juan y la otra mitad para su hijo Pedro”. Y la mamá también tiene la posibilidad de ponerse como mediadora, y si se pone como mediadora, señor Presidente, va a escuchar a las partes, va a escuchar a cada uno de sus hijos, los va a llamar, y fíjense cuando [a] uno de los hijos le pregunte para qué querés la naranja, a “Juancito”, y le diga “Mamá, yo quiero la naranja para hacer jugo”, y Pedrito le va a decir: “Mamá, yo quiero la naranja para hacer dulces con la cáscara de la naranja.
Entonces, la mamá mediadora le dará el jugo a uno, y le dará la cáscara al otro; y los dos han satisfecho sus intereses, los dos son ganadores.
La verdad que el ejemplo es maravilloso. Transmite en forma sintética la diferencia entre los roles de jueces y mediadores. El detalle es que el legislador Rojas defendía la postura mayoritaria de que solo los abogados podían ser mediadores.
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Cuando le tocó el turno al legislador Juri Debo, que como contador defendía la postura contraria, que abría el juego a los demás profesionales, no se iba a olvidar del ejemplo de su colega, que usaría para llevar agua para su molino.
…en un ejemplo muy didáctico que puso, y que también yo lo hubiera usado, cuando habló recién muy bien de la mamá con dos chiquitos. Si tomo lo que él dijo, toda mamá que quiera partir una naranja debe ser abogada; porque, si no, no puede ser mediadora. Entonces, creo que ser mediador es tener sentido común y conocer la materia del litigio. […] Pongo el ejemplo de la mamá y no creo que esa mamá sea abogada, creo que es una mamá común.
No sé si lo que hizo Juri Debo llegó a ser el ejemplo perfecto de lo que en argumentación se llama darle la vuelta al argumento, como decía Schopenhauer, pero se le parece bastante, a mi humilde entender, porque luego continuó defendiendo su postura, ardientemente. Y todo, a partir del ejemplo de Rojas.
…como contador creo que se minimizó la profesión de otros colegas, un contador está preparado para hacer un contrato de una sociedad anónima, un contrato de SRL, y no tenemos ningún conflicto en hacerlo, ¿puede estar un contador no preparado para hacer un acta acuerdo entre partes? ¿puede un contador no saber lo que es público o privado? ¿puede un ingeniero no saber lo que es público y lo que es privado? Su título de profesional lo habilita a conocer.
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¿Cómo terminó la historia? Luego de este intercambio, a propuesta de Juri Debo se pasó a un cuarto intermedio, con la intención de tratar la posible modificación del proyecto de ley para incorporar a otros profesionales a la mediación. Los que conocen la Ley 7.844, que rige la mediación en Tucumán, saben bien que ese cuarto intermedio no sirvió para nada. La norma, aprobada con amplitud (incluso con el voto de Juri Debo, afirmativo “por mandato de bloque”), desde entonces y hasta el día de hoy, a casi dieciséis años, sigue exigiendo el título de abogado (con dos años de antigüedad), para ser mediador.
Sí, esto fue un hilo el 05/02/23.