Curso práctico de redacción para abogados

No sé cómo llegué a este libro, «Curso práctico de redacción para abogados” de Marina Fucito, pero agradezco haberlo hecho. Su misión es ambiciosa: intentar que los abogados escribamos mejor, para que se nos entienda algo x lo menos. ¿Lo vemos?

Advertencia: si no quiere entrar en crisis y gritar: “¿Cómo puede estar mal esto si siempre lo hicimos así?” por favor, absténgase de leer el libro. No es apto para conservadores amantes del statu quo (guiño, guiño).

Primera mala práctica que identifica el libro: cuando los abogados usamos participios como adjetivos. ¿Que qué es eso? Ejemplos: “la sentencia dictada”, “los fundamentos dados” o “suma concedida”. Sí, un espanto.

¿Consejos para no caer en esa mala práctica? Cortemos con tantos adjetivos en los escritos. No hace falta el participio para que el lector entienda que se refiere a algo que ya citó. Elija bien los sustantivos.

Segunda mala práctica: al amor/fijación/obsesión rayana en lo patológico que tenemos los abogados con los gerundios. ¿Por qué los usamos tanto? No lo sé. Pero a grabarse: indican simultaneidad.

Por eso está mal usarlo como “gerundio de consecuencia”: “Robó a la Sra. P., dándose a la fuga”. Sí, todavía estoy en shock por esto. No lo sabía. Y así lo usamos todos los días en escritos y en sentencias.

Tercera mala práctica: abuso del verbo ser. Y eso nos lleva a la locura que tenemos por la voz pasiva: “es percibido por”, “es ejecutada por”, etc. ¿Por qué nos complicamos la vida? La voz activa es más simple.

Cuarta mala práctica: es un clásico (alguna vez le dediqué hilo que se hizo entrada). Cuando usamos “el mismo/la misma” como si fuese “este” o “ese”. La cortemos. Usemos “este” o “ese”, sin vueltas.

Quinta mala práctica: meter “que” a troche y moche en todas las oraciones como locos. La cortemos. Las malas prácticas procesales van goleando a las cuestiones gramaticales.

Cierro con algo que no sería una mala práctica, sino una forma de ser que nos envuelve a los abogados: el estilo rebuscado. No solo por exceso de adjetivos o por barroquismos, no. Hay algo más.

¿Entonces? ¿Por qué? Me parece que Fucito da en la tecla cuando indica que creemos muchas veces que lo decimos en difícil para que el otro crea que tengo razón. Bueno, les cuento que no es así: eso no sirve y es ineficaz.

Algunos inexpertos pueden dejarse “embaucar” con el estilo barroco o incomprensible. Los que tienen más recorrido en tribunales, dice Fucito, prefieren presentar “las cosas como son”.

En mi opinión, son adoradores de esa serie de comerciales de Sprite. Necesitamos más abogados así.

Sí, esto fue un hilo el 09/11/25.

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