Ética judicial: no hacer el mal no es suficiente

Vuelvo a romper la novedad sabatina al compartir unos apuntes de una charla que di junto a la periodista Irene Benito y el juez José Dantur en el Colegio de Abogados del Sur el 30/10/18. Una versión se publicó en La Gaceta (24/02/19). Comparto el texto original y le agrego una addenda.

1. Dos advertencias

Antes de empezar debo hacer dos advertencias.

En primer lugar, ejercí como abogado entre los años 2009 y 2011. Luego me integré a un juzgado hasta 2012. Desde allí y hasta ahora trabajo en el ámbito de una defensoría oficial. Fui, soy y me siento más abogado que juez. Es importante distinguir fiscales, jueces y defensores por sus distintos roles. Además, tengo una visión muy crítica de los jueces.

En segundo lugar, fui sancionado disciplinariamente como abogado ($ 2.000 por el juez Salvador Ruiz), empleado (10 días de suspensión), defensor (severo llamado de atención). Además, no llevo ni 2 años en el cargo que ocupo. Así que les pido que no caigan en el argumento ad hominem de tachar lo que digo por ser yo quien lo dice.

2. Tres preguntas e ideas

Expondré sucintamente tres preguntas e ideas sobre el tema. Espero que le sean de utilidad a todos.

1. ¿Es la ética de los abogados una rama de la literatura fantástica?

Así lo afirmó el profesor de Derecho Constitucional Lucas Arrimada. Antes que me acuchillen los anfitriones aclaro tres cosas:

a) La afirmación puede ser pesimista, realista o simplemente generalizante al extremo de la situación ética de los abogados, según quien lo crea así.

b) La “Ética Judicial” también se construye con los abogados, pieza clave del sistema judicial y la afirmación tranquilamente podría ser aplicada a ella.

c) Valga decir una “obviedad”: fiscales, defensores, jueces y funcionarios antes de ser eso, somos abogados.

2. ¿“Don’t be evil” es suficiente para los jueces?

Parece que el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán en el 2014 era admirador del popular buscador Google (ese es su eslogan corporativo), porque calificó de “obviedad” al proyecto de Código de Ética Judicial presentado, ya que todo eso estaba contenido en otras normas (La Gaceta, 03/08/14).

Tanto él como el presidente actual votaron juntos en la Acordada 1085/14 y entendieron que no hacía falta ninguna Comisión de Ética Judicial.

Bastaba para ser ético, según interpreto su postura, no hacer el mal (infracciones, delitos o hechos que dieran lugar a causales de juicio político). Yo pienso como Edmund Burke que “Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”.No basta con ser bueno, es necesario actuar.

3. ¿Nos atreveremos a elevar la vara y luego volar los puentes o quemar las naves? ¿Cómo?

Hace poco alguien me dijo que era atrevido. Ignorante yo, busqué el significado en el diccionario, que me llevó al verbo “atrever”. Opté por la acepción que convertía la frase en un elogio, puesto que atreverse es “determinarse a algún hecho o dicho arriesgado.” Por eso esta pregunta final.

Personas a las que les gusta gastar su tiempo en “obviedades”, realizaron un Código Iberoamericano de Ética Judicial. Está en Internet para los curiosos.

Claramente puede servir de base para ponerse de acuerdo en normas éticas básicas compartidas por todo el sistema judicial.

Inocentemente puede creerse que existe un consenso sobre eso, pero a mi entender no lo hay. Por ejemplo: el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán en el 2014 cuestionó que el juez no pueda reunirse a solas con una de las partes en conflicto (La Gaceta, 03/08/14). Eso está en tensión a simple vista con el artículo 15 del Código Iberoamericano de Ética Judicial que indica que el juez “debe procurar no mantener reuniones con una de las partes o sus abogados (en su despacho o, con mayor razón, fuera del mismo) que las contrapartes y sus abogados puedan razonablemente considerar injustificadas”.

No digo que el equivocado sea el ex presidente (que dos años después, con coherencia, recibió a una de las partes de un proceso en su casa —La Gaceta, 24/08/16—) o que lo sea el código. Lo que digo es que hay que atreverse. Hay que atreverse a elevar a la ética por sobre la simple norma. Los que cumplimos alguna función judicial tenemos que ser mejores que la simple norma. No por cuestión de vanidad, sino de servicio a la ciudadanía.

No podemos contentarnos con cumplir las frías normas positivistas.

Tenemos que elevar la vara ética. Hay países en los que se han perdido carreras públicas intachables y promisorias por comprar un chocolate con la tarjeta del Estado o por plagiar la tesis de doctorado, hecha mucho antes de ser funcionario público.

Y para eso qué mejor camino que discutir y elaborar un código a partir de lo existente. Si no se sanciona una ley, puede ser una acordada, o puede ser un código surgido incluso del propio grupo de la magistratura.

Luego viene lo más difícil. Una vez hecho el puente, hay que cruzarlo y tener el coraje de volarlo, como hacían los romanos para no retroceder en sus conquistas, según un joven gobernador norteño. No debe haber vuelta atrás. Con creatividad encontraremos mecanismos para eso.

3. Conclusión

Espero que estas ideas e interrogantes sirvan para que en Tucumán se pueda: a) eliminar la ética judicial como rama de la literatura fantástica y hacerla realidad; b) eliminar la idea de que no hacer el mal es suficiente para ser buenos; c) elevar la vara ética y volar por los aires los puentes o quemar las naves que impidan el regreso atrás, para que se haga carne que entre hacer lo correcto y lo conveniente, siempre tenemos que hacer lo correcto, como dicen que dijo un funcionario eyectado del gobierno nacional.

***

¿Qué puedo agregar luego de tantos años? Pues que todo lo escrito en esa oportunidad mantiene una indudable vigencia. No basta con no hacer el mal. Hay que hacer un poquito más. Esperemos que, con el paso de los años, la vara se eleve, haya o no código, acordada, ley, presidentes de corte con partes reunidas o lo que sea.

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