The Mauritanian

Sigo este febrero en modo “cine” con esta película basada en hechos reales en las que actúa Jodie Foster. Anticipo que vale la pena verla.

Llegué a The Mauritanian (2021), gracias a este interesante artículo de Andrés Rosler en el que cita al personaje de Jodie Foster que defiende a un detenido en la prisión de Guantánamo: “La Constitución no tiene un asterisco al final diciendo «se aplican términos y condiciones»”. La cita me pareció brillante y automáticamente decidí que tenía que ver la película.

Por supuesto, las cosas siempre son más complejas. El mauritano no es un detenido más. La época no es cualquier época. La película se ambienta justo en el post atentado contra las Torres Gemelas en Estados Unidos.

Y en un principio, es difícil empatizar con Mohamedou Ould Slahi, el detenido, pues según el gobierno, fue el que reclutó a todos los que participaron en el atentado.

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Así como tenemos un detenido con el que es difícil empatizar, tenemos una ¿heroína? también difícil de amar: Nancy Hollander (Jodie Foster) es una abogada que hace siempre de las suyas, que abraza todas causas que molestan a mucha gente. ¿Una liberal de izquierda? Ponéle.

Digresión. Hollander trabaja en un grande y hermoso bufet de abogados. ¿Por qué agarra el caso de Mohamedou Ould Slahi? ¿Y por qué le permiten tomarlo si no es más que mala publicidad? En primer lugar, porque es un caso pro bono. En segundo lugar, porque sus condiciones contractuales son claras: con los casos pro bono Hollander tiene la más amplia libertad para elegirlos. No me dejó de parecer una curiosidad.

El ¿villano? que en realidad no es más que un hombre que busca cumplir con su deber y con su patria, es el teniente coronel Stuart Couch (Benedict Cumberbatch) que será el fiscal del caso. Y, como no podría faltar, la ¿fiel? ayudante de Hollander es su asociada, Teri Duncan (Shailene Woodley).

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¿Por qué un abogado debería ver esta película? ¿O por qué la podría ver y disfrutar? Como siempre, creo que hay muchas razones, con muchas escenas maravillosas (puede haber spoilers, ojo):

1. El contexto en el que Nancy Hollander dice la frase citada por Rosler. Solo esa escena, en donde un periodista la entrevista para hacerle una nota de su perfil, vale la pena. No solo por la cita, sino por la ardorosa e ingeniosa defensa que Hollander hacer de la profesión: los abogados no somos nuestros clientes, por más que nos quieran mimetizar o confundir. El ejemplo del violador que cita Hollander es tremendo.

2. Elegir un caso y llevarlo adelante siempre puede traer consecuencias (no deseadas). La escena en la que Duncan manda al diablo a Hollander y cuestiona su trabajo es tremenda. Bueno, quizás no la manda al diablo, sino que le cuenta lo que está pasando por trabajar en este caso: sus padres ni siquiera quieren recibirla en el Día de Acción de Gracias. La actitud de Hollander, profesional y fría en extremo, es brillante.

3. No se puede ganar a cualquier costo. Es lo que entiende el fiscal Couch, que a medida que pasa el tiempo, se siente cada vez más incómodo cuando ni siquiera él puede acceder a la información necesaria para procesar el caso.

4. Guantánamo está mal, por decirlo de alguna manera. El detalle de las torturas, del régimen de detención y todo lo demás es realmente espantoso. Uno puede imaginarse cuestiones, pero distinto es cuando lo muestran y lo cuentan con crudeza. Eso sí, me llamó poderosamente la atención todas las molestias que se toma el Gobierno para cuidar los secretos y la confidencialidad de las comunicaciones con los detenidos. En la película son muy detallistas e inclusive es un tema de litigio previo que tiene la defensa con el simple argumento de: “no me puedo defender si no sé de qué me acusan y qué tienen en mi contra”.

5. Tener en cuenta el objetivo al litigar. Hollander lo resume al principio nomás. No le interesa si Slahi es inocente o no. Su defensa se basa en un precedente de la Corte Suprema de Estados Unidos y su aplicación al caso: el Estado no tiene un caso basado en evidencia suficiente para mantener detenido a Slahi. Y eso es todo.

6. Cuidado con los primos que tienes. Esto es irónico, pero deberíamos tenerlo en cuenta porque, si estamos a la versión de Slahi, atendió a su primo (que sí era terrorista) que lo llamó desde un teléfono de Osama Bin Laden.

7. Detrás de los políticos opera la maquinaria estatal implacable, de manera cuasi independiente. Este caso, iniciado bajo la administración Bush, fue extendido durante toda la administración Obama, merced a las apelaciones.

8. Nunca sabes cuándo terminará un caso. Slahi estuvo detenido 14 años en Guantánamo. Nunca lo acusaron de ningún delito.

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La película es maravillosa. Sobre todo, porque el caso en la vida real termina bien. Al fin y al cabo, uno termina empatizando con el acusado. ¿Por las torturas y vejámenes a los que fue sometido? ¿Por qué es inocente? ¿Por qué el Estado no pudo probarle nada? Vaya uno a saber. Sin duda, admirable lucha de sus abogadas y de él mismo, que terminó escribiendo un libro de su ¿estadía? en Guantánamo.

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