Alfredo Colmo enseña cómo ascender a los jueces

Alguna vez dije que Alfredo Colmo se merecía que le dedicase un texto. Este es una condensada versión de sus Condiciones para ascender, capítulo destinado a los jueces en su obra póstuma, La Justicia (1957), que, obvio, recomiendo leer en su totalidad.

El texto es maravilloso. Solo acomodé el castellano antiguo y le puse números de enumeración por lo maniático que soy. Lo demás es textual.

1. Ante todo, tenga amigos. Hágase miembro de círculos, de todos los que pueda, y concurra a ellos tomando buena parte en las consiguientes actividades. Cumpla con la repetida visita, así activa como pasivamente.

2. Por sobre todo, no se haga de enemigos. Usted conoce el dicho, de que no hay enemigo pequeño. Es una gran verdad: donde y cuando menos espere puede hallarse con cualquier “venticello” lanzado por el enemigo más insignificante, que luego se propaga c/ inexorable multiplicidad.

3. Y dentro de los amigos, cultive la relación de los grandes, de los que mañana podrán darle una buena mano. Cortéjelos. No les escatime el elogio. Hágales comprender que usted ve en ellos fautores de excelentes iniciativas y entidades de gran poder.

4. Comulgue usted sin temor, con los lugares comunes. Diga, por ejemplo, que nuestros códigos, leyes e instituciones son los mejores, no deje de aludir al sistema de nuestro derecho, haga resaltar la previsión del legislador, canonice la tradición, hable con profundo respeto de nuestra jurisprudencia, inspírese en las fuentes legislativas, aunque éstas correspondan a siglos atrás, apéguese a los precedentes, no interprete ni aplique la ley sino en conformidad, con los cánones del romanismo y con las palabras de los textos; haga todo eso en sus funciones y no romperá en nada con el ambiente ni resultará malquistándose con nadie, por más que en algún caso haya de protestar su conciencia.

5. Dentro de ello, recurra a un lenguaje esotérico, de términos técnicos, de tono sobriamente severo y que resulte más o menos enigmático y con oportunos salpicados de alguna cita en latín; y no tardará en forjarse una reputación de excelente magistrado y de consumado jurista.

6. No deje reaccionar a su amor propio, que le tildarán de vanidoso y petulante. Procure ceder siempre ante los poderosos: ya le llegará, en todo caso, la ocasión de poder hallarse usted en lo inverso de la situación. En cambio, no tenga mayor consideración con sus subordinados: ante ellos sea inflexible y haga valer la majestad de los reglamentos y de cualesquier otras disposiciones obligatorias.

7. Queda la parte moral: poco digno es ceder ante algunos pedidos o frente a ciertas personas, y es hasta indigno transigir sobre puntos de conciencia. Es su gran argumento. Lo reconozco. Pero de dos cosas una: o quiere el ascenso o prefiere su personalidad. Si lo primero, no haga valer lo segundo.

Por si alguien no se dio cuenta, Colmo destila ironía en su texto. Por si no me creen, les dejo el párrafo final: «Si después de esto concluye usted diciéndome que renuncia a cualquier ascenso en semejantes condiciones y por el precio de su dignidad de hombre, yo le tributos mis grandes plácemes en un efusivo y cordial abrazo: sacrificar la personalidad por un puesto, sea este cual fuere, es pagar demasiado caro un arrepentimiento, es afrontar vencido de antemano el eterno interrogante de la propia conciencia».

Sí, esto fue un hilo el 26/01/25.

2 comentarios sobre “Alfredo Colmo enseña cómo ascender a los jueces

¿Algún comentario?