Con esta entrada, en la que recuerdo algunas anécdotas sobre reformas constitucionales y cosas varias, cierro los domingos dedicados a la reforma constitucional. Si el tema vuelve a la agenda, quizás, vuelva a dedicarle algún espacio.

1. Si hay algo que se puede rescatar de la reforma constitucional de 1994 en nuestro país, es que, a pesar de o, justamente por el famoso Pacto de Olivos, la Constitución de 1994 fue aprobada por unanimidad. Todos la juraron. Todos los partidos políticos, del más amplio espectro, participaron y si uno lee la lista de convencionales, puede encontrar esa diversidad. Un montón de anécdotas se pueden encontrar en el maravilloso podcast de Rodis Recalt, Generación 94, que recomiendo.
2. La contracara son las reformas constitucionales hechas a las apuradas, impuestas por la mayoría o el prepo del número. Incluso, al filo de la interpretación normativa o, como creen algunos, a contramano de la norma. El ejemplo que se da siempre, incluso por los mismos peronistas, es la reforma constitucional de 1949: no solo por la famosa interpretación de los 2/3 si eran sobre los presentes o sobre el cuerpo en su totalidad, sino por el retiro de la oposición.
3. Esa falta de consenso se repetiría en menor medida en nuestra provincia con las experiencias reformistas de 1990 y 2006. La primera, convocada por el justicialismo, terminó siendo acaparada por el bussismo. Sergio Díaz Ricci escribió un hermoso artículo con toda la problemática que se armó con esa reforma. Lo que me quedó en el recuerdo de esta son dos anécdotas: a) el reglamento que sancionó el bussismo que decía más o menos algo como “este es el reglamento pero también es reglamento todo lo que digamos que es reglamento en el medido de la sesión con nuestra mayoría” y b) la ironía de que la incorporación de la Ley de Lemas haya sido incluida en la Constitución a pedido de un convencional de la UCR.
La segunda fue convocada y desarrollada por el alperovichismo. No hace falta recordar que fue súper cuestionada judicialmente. Es más, la Corte Suprema de Justicia local, quizás porque ya sabía la que se venía, sacó una acordada en donde decía más o menos “gracias, pero no vamos a jurar esta Constitución”.
4. Nadie tiene la varita mágica para decir cómo reformar una Constitución. La experiencia del 94 es vilipendiada por algunos por el Pacto de Olivos y el famoso “Núcleo de Coincidencias Básico”. Sin embargo, las experiencias provinciales son, si se las compara, mucho peores. Solo el tiempo dirá si hemos aprendido algo de todo esto.