¿Cómo sería un Poder Judicial que abrazara los principios de la cultura de Mercado Libre, empresa argentina exitosa si las hay? ¿Sería posible? ¿O acaso es una locura? ¿No se puede copiar alguito?

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Hace poco Mercado Libre se transformó en la empresa más valiosa de toda América Latina. Superó así a una histórica como la petrolera Petrobras. ¿Cuánto vale Mercado Libre? Pues superó los 100.000 millones de dólares estadounidenses. Un orgullo que haya nacido en nuestro país para conquistar luego los mercados internacionales.
Los que no ubican los orígenes de la compañía, pueden buscar en Internet sobre cómo Marcos Galperín empezó todo en el garaje (o cocheras) de un edificio de su familia. Y para orgullo tucumano, Jacobo Cohen Imach estuvo casi desde un primer momento como jovencísimo estudiante de abogacía primero y ya como abogado recibido después, a cargo del área legal. Hoy es vicepresidente senior.
Nada más puedo agregar sobre Mercado Libre. Doy por descontado mucho: el lector conoce y usa la web. También la aplicación. Seguramente ahorra dinero en su cuenta de Mercado Pago. Y no solo recibe cosas a través de Mercado Envíos, sino que ve películas y series también vía Mercado Play. No hay más que agregar.
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En las aulas aprendí que la cultura de cualquier organización muchas veces es clave en su éxito. Pero, además, que es muy difícil mantener y desarrollar una cultura cuando más grande es la organización. Una PYME puede tener una cultura definida, pero mantenerla cuando crece y se expande, es, sin duda, todo un desafío.
Mercado Libre dejó hace mucho tiempo las cocheras y hoy opera en ocho países diferentes. Tiene un equipo de más de 37 mil personas. ¿Cómo hacer para que la cultura organizacional llegue a todos? ¿Cómo hacer para que la cultura esté alineada con el propósito de la compañía?
Evidentemente Mercado Libre da mucha importancia a la cultura, pero no solo desde lo discursivo, sino que es coherente: si no abrazás los principios de la organización, por más talento que tengás, quizás no sea tu lugar para trabajar.
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¿Y cuáles son esos principios de esa tan famosa cultura? Pues son seis. ¿Los repasamos? Si no les gusta leer, pueden escuchar cómo Jacobo Cohen Imach los explica en este mano a mano con Virgilio Raiden de la Fundación del Tucumán. Y están resumidos en esta nota.

1. Competimos en equipo para ganar. Para adentro, colaboramos. Para afuera, competimos ferozmente para ganar. Y para eso, se buscan los mejores equipos. Ojo, eso no implica que necesariamente estén los mejores técnicos en el área. Podés ser un gran técnico en lo tuyo, pero si no funcionás en equipo, no estará en uno. Pero, además, los equipos tienen poder de decisión, con confianza y respaldo en el 90% de su área.
2. Ejecutamos con excelencia. “Hacer las cosas bien y hacer las cosas simples y hacerlas con calidad” dice Cohen Imach. Y da el típico ejemplo abogadil: te puede contestar en diez páginas una consulta legal o en tres frases en un correo electrónico. Y no se hagan los rulos, “excelencia” no es perfección (¡Amén! “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”, frase que siempre me gustó).
3. Estamos en beta continuo. Esto parece ser un modo de vivir, pues implica entender cada cambio como una oportunidad, probar y corregir. En una cultura latinoamericana donde el fracaso es palabra prohibida, no quedarse en la frustración, sino aprender de los errores y volver a probar hasta lograr los objetivos, es lo que implica este principio.
4. Emprendemos tomando riesgos. “El que no arriesga, no gana”, como dicen. Tomar riesgos es una marca de la empresa, que nació como un startup. ¿Qué implica esto? Pensar en grande, pensar a largo plazo y buscar más allá de nuestros propios límites. En un contexto como el argentino, donde somos los campeones en el cortoplacismo, esto sin duda es ir contracorriente.
5. Creamos valor para el usuario. La empresa pone en el centro al usuario. Mercado Libre se puso como tarea democratizar el comercio y los pagos. Es su centro y a lo que gira toda su actividad. ¿Cómo hacer para que sean más fáciles los pagos? ¿Cómo hacer para que el comercio electrónico llegue a más personas? Un objetivo claro y todo organizado alrededor a lo que le sirve al usuario.
6. Damos el máximo y me divierto. Esto parece contradictorio. ¿Cómo podemos dar lo máximo y divertirnos al mismo tiempo? Parece que es posible, porque Cohen Imach dice que “sería imposible trabajar la cantidad de tiempo que trabajamos” si no fuera por el ambiente sano, seguro y alegre que construyeron.
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“Che, todo muy lindo, pero esto ¿qué tiene que ver con el mundo de la justicia y los abogados?” Y no sé, la verdad. En realidad, me gustaría que tuviera mucho más que ver. ¿Se ha puesto a pensar lo lindo que sería si cualquier organización judicial pusiera en práctica estos seis principios en su cultura organizacional? ¿O estoy soñando despierto? Bueno, van los sueños de ¿adaptación de estos principios? a una organización judicial cualquiera.
1. Competimos en equipo para ganar. Mucho se habla de trabajo en equipo. Pero una cosa es hablar y otra es hacer. Gestionar un equipo para que puertas adentro todos colaboren con el objetivo de ganar afuera no es fácil. Y sí, Mercado Libre tiene más libertad para encargarse de las personas que no se alinean con el principio, pero el Poder Judicial podría adherir a este principio igual. Tal vez con las contrataciones de afuera pueda ponerse exigente con la capacidad de trabajo en equipo de los postulantes, más allá de su capacidad técnica. Y en cuanto a construir más poder de decisión, tiene todo un campo para crecer, pues en general la organización piramidal y jerárquica no contribuye a “horizontalizar” decisiones, por así decir.
2. Ejecutamos con excelencia. Ya dije, lo perfecto es enemigo de lo bueno. La excelencia es el norte para hacer las cosas y debe ser un horizonte en un Poder Judicial que, como dicen algunos, tiende a la mediocridad. Pero al mismo tiempo, saber que la perfección no es la excelencia nos impide de aquellas situaciones en donde los cambios, las propuestas, las iniciativas nunca pasan de deseos o vanas intenciones. ¿Por qué? Porque por algo se debe empezar. La perfección no existe y la excelencia sí. Tratemos de alcanzarla y escapemos de la mediocridad judicial.
3. Estamos en beta continuo. ¿El Poder Judicial en beta continuo? Sí, como toda organización en el mundo actual. Aunque no lo parezca, desde la pandemia, el nivel de cambio que hemos pasado como organización es tremendo. Todavía recuerdo la cantidad de dificultades y críticas que tuvo el Portal del SAE en sus inicios. Pensar en subastas electrónicas en 2019 parecía de ciencia ficción. Hoy ya no lo es. Ese espíritu de mejora continua debe expandirse por todo el Poder Judicial. No olvidemos los errores, aprendamos de ellos y continuemos.
4. Emprendemos tomando riesgos. El Poder Judicial es uno de los tres poderes del Estado. Si una empresa se anima a pensar en el largo plazo, que en teoría no sobrevivirá al Estado, ¿por qué no lo haría el Poder Judicial? Pensar en grande, más allá de la caja, es todo un desafío en organizaciones donde lo urgente casi siempre tapa lo importante. Y más en Argentina. Sin embargo, asumir riesgos pensando en el largo plazo es algo que nuestro Poder Judicial no puede darse el lujo de no hacer.
5. Creamos valor para el usuario. ¿No creen que cambiarían mucho las organizaciones judiciales si pusieran realmente al usuario en su centro? Al fin y al cabo, los jueces, los fiscales, los defensores, los funcionarios y los empleados siempre trabajan para alguien: el ciudadano que busca justicia. ¿Por qué no centrarnos en cómo crearle valor? Esto, que puede parecer obvio, no lo es, sino que implica repensar todas nuestras prácticas, desde el famoso mostrador, pasando por nuestra forma de escribir y de hablar y, por qué no, hasta la forma de organizar nuestro trabajo.
6. Damos el máximo y me divierto. ¿Por qué no pensar que la gente puede trabajar dando todo de sí y pasarla bien en un lugar tan tradicional y formal como los tribunales? ¿Es que es utópico pensar en climas laborales de buena onda? ¿Por qué? Sí, trabajamos en un área importantísima, pero en el mientras tanto, no hay necesidad de pasarla mal. Me animo a pensar que la mayoría de los empleados suscribiría este principio.
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Pablo Picasso, el grandísimo artista español, dijo alguna vez que “Los grandes artistas copian, los genios roban”. En este caso, no estoy pidiendo que seamos genios los que trabajamos en el área judicial/legal, tampoco grandes artistas. Sino que veamos si intentando copiar algo, podamos mejorar un poco.
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