¿Pueden los jurados juzgar casos con perspectiva de género? ¿Pueden tener en cuenta situaciones de sometimiento de las mujeres? ¿Pueden entender el condicionamiento que tienen en un contexto de violencia? ¿Necesitan algún curso? ¿Los jueces técnicos juzgan mejor estos casos?

Todas esas preguntas forman parte de una crítica/desafío al juicio por jurados: no funciona para los casos que requieren una perspectiva de género para ser juzgados, porque se requiere toda una preparación, sacarse los estereotipos, tirar los sesgos a la basura y demás…
Pues bien, hace poco en San Martín, provincia de Buenos Aires, nuevamente un jurado tira abajo todas esas críticas en un caso interesantísimo que mezcla drogas, robos, una persona menor de edad, un chef y, obvio, la defensa pública.
16/03/20. Un contenedor de basura. Humo. Un cuerpo al que intentaron prender fuego. Era Alejandro Delfino, chef de 39 años. Había vivido a 50 metros de donde lo encontraron, pero hace tiempo se había mudado.
Las cámaras de seguridad del edificio tiraron ¿la posta? La pareja amiga del chef, Ariel Zampolini y Pamela Godoy (seguidos de su hijo de 7 años), más Alejandro Mora, un amigo de la pareja, sacaron el cuerpo de Delfino.
Mora, la noche anterior había entrado en lo de Delfino con un cuchillo en la mano, se había afanado una computadora, un monito y otros bienes. Todo el ir y venir entre la casa de Delfino y el departamento de la pareja amiga quedó grabado en las cámaras. Todo para comprar drogas.
Delfino murió de un golpe en la cabeza con un objeto contundente. Había consumido cocaína y alcohol en cantidades siderales. Obviamente, encontró la muerte en el departamento de su “pareja amiga”, donde también había estado Mora.
Todo el caso rodeado de una gran adicción de drogas, pues Delfino había ido a lo de su pareja amiga para drogarse. Las preguntas de los millones eran: ¿Quién de los tres lo mató? ¿Los tres? ¿Quién fue autor? ¿Quién fue cómplice?
Pamela Godoy dijo “yo estaba durmiendo al fondo con mi hijo y al despertar encontré el cadáver”. Su defensor público, Cristian Penna, mediante una línea de tiempo proyectada en la pantalla del tribunal pudo demostrar su teoría del caso, la acusada decía la verdad.
Ante la insistencia de la fiscalía por la ayuda de Godoy a quemar el cadáver, la defensa fue impecable. Mediante psicóloga y asistente social, peritos de parte, se probó el contexto de violencia de género en el que estaba la acusada. Solo hizo lo que pudo en ese contexto.
¿Y Alejandro Mora? También dijo que había encontrado el cadáver. El defensor público Fernando Lagares, con una línea de tiempo en una cartulina y un gran contraexamen al médico, demostró su teoría del caso, además de valerse de lo grabado en las cámaras de seguridad.
El abogado José Ignacio Bovio, defensor de Alejandro Zampolini, se refugió en la duda razonable: no se podía saber más allá de ese estándar, si su cliente había cometido o no el hecho.
Sin duda, un caso difícil, o, mejor dicho, un bolonqui. ¿Cómo terminó todo? Luego de dos horas de deliberaciones, el jurado condenó a Zampolini por el homicidio, absolvió a Godoy y condenó a Mora por el robo con armas y encubrimiento.
Una vez más, un jurado nos demuestra que está a la altura de las circunstancias. Por supuesto, el nivel de litigio de las partes y la correcta conducción del juicio por el juez a cargo son claves para que el pueblo pueda hacer su trabajo, que no es otro que hacer justicia.
La fuente, como siempre, la Asociación Argentina de Juicio por Jurados, acá.
Sí, esto fue un hilo el 26/04/23.