El caso de José Alberto Rodríguez

¿Otro caso de la defensa pública con final feliz y, obvio, con juicio por jurados? Sí, también hay cuatro años y medio de prisión preventiva (sí, no leyeron mal) y un GRAN (sí, con mayúsculas) empleador.

24/01/19. 17 horas. El obrero metalúrgico José Alberto Rodríguez sale a comprar galletitas al kiosco cerca de casa. Se cruza con Ariel y Roberto Lizárraga, dos hermanos que pasan de la apurada verbal a las trompadas y luego al revólver, para sacarle todo lo que llevaba encima.

Todo terminó con un disparo que se escapó, con Ariel Lizárraga muerto y con Roberto Lizárraga saliendo rápidamente de la escena, cual Speedy Gonzales.

Desde ese día a José lo guardan con prisión preventiva. Por las dudas ¿vio? Rodríguez fue papá de Ámbar mientras estaba preso. Se perdió cuatro años de la vida de su hija. Ni arresto domiciliario le dieron y eso que estaba en un trabajo en blanco.

¿Qué hizo el Ministerio Público Fiscal vía la fiscal Rosana Cutitta? Obvio, acusó a Rodríguez de homicio con arma de fuego. El detalle: esta nunca se encontró, se perdió en la dimensión desconocida (ponéle).

¿Y si no había arma cuál era la base del caso? El testigo estrella, Roberto Lizárraga. O, al menos, eso creía la acusación. Sin embargo, la única estrella fue la defensora María Luba Lazarczuk quien lo pulverizó en el contraexamen.

¿Cómo? Pues ya de cajón con su nombre, el tipo tuvo que reconocer que dio ocho nombres distintos en las múltiples causas judiciales por robo que tuvo que enfrentar. ¿Credibilidad? -1000. Todo lo demás puede obviarse, pues desde allí la teoría del caso de la fiscal fue en caída libre.

Obvio, José Rodríguez dio su versión de los hechos: una clara defensa de un intento de robo, nada más.

En el medio, Rodríguez tuvo el acompañamiento espiritual y material (lo más importante), de su empleador, Martín Tristán, dueño la fábrica MTG Tornerías, que lo mantuvo en blanco y pagándole el salario a pesar de estar preso. Sí, el primer creyente en la inocencia de José.

¿Cómo terminó todo? Pues en diez minutos de deliberación del jurado. Absuelto, Rodríguez, que se llevó 3 abrazos de hombres del jurado, se fue caminando, libre, de vuelta a trabajar la fábrica y a abrazar a su hija, Ámbar.

Todo esto fue posible por el impecable trabajo de la defensa pública: las defensoras oficiales Viviana Fernández y Luba Lazarczuk más el secretario Martín Cabrera.

El caso, como siempre, cortesía de la Asociación Argentina de Juicio por Jurados aquí. Infobae se hizo eco del caso y sacó esta nota.

Sí, esto fue un hilo el 28/03/23.

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