La entrada de hoy es una mescolanza total entre economía conductual, anécdota histórica y origen de nuestra norma. ¿Cómo? Si el título fuese más largo y descriptivo sería algo así como “la falacia de la planificación mitrista hizo nacer a la ley de acefalía presidencial, muerte de Marcos Paz mediante”. ¿Lo vemos?

“Los planes son inútiles, pero la planeación lo es todo” aparentemente dijo Dwight Eisenhower, general y luego presidente de Estados Unidos. Es más, los que saben del tema todavía enseñan esta linda matriz (muchas veces imposible de cumplir) con su nombre, «Matriz de Eisenhower».
Por supuesto, como bien sabemos, a veces (solo a veces) las cosas no salen como las planeamos y nos frustramos. Bueno, en realidad, muchas veces salen “para el traste”, como diría mi madre. ¡Eso tiene un nombre!
Los psicólogos Amos Nathan Tversky y Daniel Kahneman bautizaron como “falacia de la planificación” para describir planes y previsiones que se acercan de manera poco realista a un escenario que representa el mejor de los casos. ¿Le suena?
Argentina le declara la guerra al Paraguay. Su general y presidente, Bartolomé Mitre (que no conoció a Eisenhower/Tversky/Kahneman), tira frase marketinera: “En 24 horas a los cuarteles, en 15 días en campaña, en 3 meses a la Asunción”. No la pegó: la guerra finalizó en 1870…
Obvio, Mitre se puso al frente del ejército y se fue a pelear. ¿Quién se ocupó del gobierno todo ese tiempo? El ilustre tucumano Marcos Paz, su vicepresidente. Sin embargo, el cólera se lo llevó al más allá el 02/01/68.
Muerto el vicepresidente y en aventura extranjera el presidente, ¿quién se hizo cargo del gobierno? No había Ley de Acefalía. El quilombo lo surfearon transitoriamente los ministros hasta que Mitre volvió del frente paraguayo.
Obvio, de la experiencia (a veces) se aprende. En septiembre de ese mismo año, se sancionó la Ley 252, que regulaba las situaciones de acefalía y que estuvo vigente hasta su derogación por la Ley 20.972 de 1975.
La fuente de la “falacia de la planificación” es el libro de Daniel Kahnemann, Pensar rápido, pensar despacio, que, gracias a Demetrio Alejandro Chamatropulos, pude darle una segunda oportunidad, leerlo y disfrutarlo.
Sí, esto fue un hilo el 21/01/24.
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