Las defensas muchas veces abrazan teorías del caso extrañas (no, extrañísimas). Sin embargo, lo más insólito es que muchas veces tienen éxito. Por supuesto, es lo que toca, es lo que hay y, además, para eso se está y de eso va la entrada de hoy…

Primera defensa extraña: “maté, pero estaba bajo los efectos del sonambulismo”. No se rían, es cosa seria el sonambulismo. Y sí, fue un caso real, el de Keneth Parks, en 1987, gigante amable (1,84 m y 100 kg), no violento, pero con insomnio y estresado.
¿Qué hizo Parks? Se levantó del sofá en la madrugada, se subió descalzo al auto, manejó 22 km hasta lo de sus suegros (con los que tenía una excelente relación), apuñaló a su suegra y estranguló a su suegro. Volvió al auto, recuperó la conciencia, fue a la comisaría y se entregó diciendo «Creo que he asesinado a varias personas… Mis manos…».
Muchas defensas con un caso como este habrían bajado los brazos. No era el caso de la de Parks, que argumentó: a) Parks sufrió un grave episodio de sonambulismo al cometer el crimen; b) no era consciente de lo que hacía; c) por ende, no era culpable.
La segunda defensa extraña es (creo) mucho más conocida. Es la “defensa del pastelito” o “Twinkie defense”. Tampoco es joda. Es otro caso real. En 1978 Dan White asesinó al concejal Harvey Milk (5 disparos) y al alcalde George Moscone (4 disparos).
Jodido estaba White, que se entregó a la hora en una Iglesia, con su esposa. Enfrentaba cargos con pena de muerte. Veterano de Vietnam, la defensa argumentó que el pobre de Dan andaba deprimido, cuestión agravada por un atracón de comida basura que se había dado antes.
En síntesis, la defensa argumentó: a) mató, sí, es indiscutible; b) no lo hizo a sangre fría, es buena gente, no es de hacer eso; c) estaba deteriorado mentalmente; d) por ende, es responsable, pero en forma disminuida.
¿Cómo terminó Keneth Parks? Absuelto. ¿Cómo terminó Dan White? Zafó de la silla eléctrica, pues lo condenaron por un delito menor incluido y a los 5 años quedó libre por buena conducta. Defensas y teorías del caso extrañas, sí, pero también efectivas.
Quizás sea bueno recordar las sabias palabras de Alejandro Carrió al respecto en un lindo libro que se comentó por acá y que Gustavo Arballo también recomendó por aquí, sobre la misión del defensor: «Mi misión no es juzgar a mi cliente por lo que hizo, sino tratar de encontrar para él la mejor explicación».
La fuente del caso de Keneth Parks es el libro ¿Por qué dormimos? de Matthew Walker (recomendadísimo) y del caso de Dan White es, obviamente, la película Milk con Sean Penn (también híper recomendada).
Sí, esto fue un hilo el 05/11/23.